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marzo 2012

El Teniente Blueberry es una serie de historietas del Oeste francesa iniciada en 1963 por el guionista Jean-Michel Charlier y el dibujante Jean Giraud para la revista Pilote que narra las aventuras del Teniente de Caballería Mike Steve Donovan, alias 'Blueberry'.

Las vicisitudes a las que asiste de primera mano le llevarán desde las guerras indias hasta el O.K. Corral, desde verse implicado en una maquinación contra el presidente Grant hasta tratar con el apache Gerónimo. Resuelto, astuto y cínico, Blueberry se las apaña para salir airoso de los lances que se le presentan y ser respetado por amigos y enemigos, ya sean blancos o pieles rojas.

Podemos asegurar que se trata sin duda de una de las mejores historias jamás contada en las páginas de un tebeo. Una obra ingente y maravillosa, tanto por calidad como por cantidad, desarrollada a lo largo de más de cinco décadas de arduo trabajo hasta superar el millar de páginas, y cuyas ramificaciones han dado lugar incluso a tramas secundarias relacionadas con el personaje y con alguno de los hechos que sucedían en la narración principal.

En ese tiempo, la que se pretendía en un principio como una divertida serie juvenil del Oeste pasó a convertirse en un referente indiscutible del cómic mundial, el mejor ejemplo de novela gráfica, una obra inteligente y adulta para regocijarnos una y otra vez con las imágenes del "western", tan solo con abrir una de sus páginas.

El Oeste de las aventuras de Blueberry es ilustrado auténtico y certero, con una elocuente economía de trazos. Si la exquisita representación de la acción y el movimiento hablan por sí solas (los giros, las caídas, los disparos, las cabalgadas...) me gustaría llamar la atención en particular sobre la ilustración del entorno, fiel protagonista de toda la serie.


Los paisajes y localizaciones se presentan siempre al servicio de la narración en magníficas y deliciosas imágenes, desde las mansiones de Georgia o los barrizales del Este, al áspero desierto de Sonora. La naturaleza es una pieza consustancial del género y su exposición e ímpetu (no digamos ya la lucha del hombre por doblegarla, aunque no sea el caso) se tornan esenciales a la hora de transmitirnos veracidad.

Si bien su fidelidad geográfica deja bastante que desear, el entorno físico resulta aquí tan omnipresente como magnético. A menudo las figuras humanas aparecen empequeñecidas, subrayando su grandiosidad. Son bonitas estampas que narran travesías o viajes a través de un entorno espectacular e indómito. Grandes cordilleras, amplios parajes boscosos, escenas panorámicas a ras de suelo y agrestes desiertos protagonizan estas viñetas, profundamente descriptivas pero tan sólo breves retazos paisajísticos supeditados a la acción.
Muchas veces la lectura trepidante a la que nos conduce la trama hace que pasemos por alto su observación y disfrute. Esto, aunque pueda dar la impresión contraria, no hace sino certificar la poderosa verosimilitud que otorga el grafismo de la obra, al tiempo que ofrece un placer añadido al lector en su relectura.



Las sombras tienen mucho que ver en todo. Ellas son las que nos crean la ilusión del relieve sobre el papel, las que engullen los rostros de los jinetes, las agujas de las coníferas o la raíz de los agrestes picachos; las que dan profundidad a la escena, como los postes de telégrafos o los raíles del ferrocarril perdiéndose en la distancia.


Especial mención merecen la representación de cañones y mesas del desierto, pétreos monumentos que emergen de la planicie transportándonos a un mundo aparentemente mágico e irreal, si no fuese por las cicatrices que dibujan sus estratos y las sombras rotundas que proyectan sus salientes. Ahí está el pulso ágil y el ojo naturalista de Giraud ('Moebius') para dar fe de realidad como no podría la mejor fotografía.

!Qué decir de las edificaciones y paisajes urbanos!. Las aventuras de Blueberry son unas "road-movies" a través de míticas ciudades y pueblos del Oeste, siempre al servicio de una trama sólida y desconcertantes complots.
Aunque la acción se desenvuelve por todo el Oeste, es en Arizona, México o las Rocosas donde mayoritariamente están localizadas las andanzas de aquel a quien los indios llaman 'Nariz Rota'.













Acompañándole recorreremos los confines del "far west",
desde Atlanta a Chihuahua, de Topeka a Durango, de Cedar Creek a la Sierra de la Tasajera... Una ruta por ciudades emblemáticas y poblados a medio hacer, aldeas de adobe y viejas misiones con sonoros nombres españoles, siguiendo la peripecia vital de Blueberry, envuelta su figura por el polvo cegador del desierto o la lluvia torrencial de una noche de perros...

Este es el país de Mike Blueberry, la tierra agreste de mesas rojizas y orgullosos saguaros, la última frontera entre el norte y el sur, lo salvaje y lo civilizado; el mismo solar que recorre junto a su inseparable escudero, borrachín y dinamitero, el viejo McClure (sosias de aquel mítico Walter Brennan). También es el territorio de tipos como el general 'Cabellos Rubios', Wild Bill Hickok, 'Angel Face', Caballo Loco o Gerónimo, quienes junto a una legión de personajes históricos y ficticios, (todos exquisitamente documentados) les salen al encuentro para originar las intrigas y desafíos que les dan vida.



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